Preguntas que abren nuevas preguntas

Ante la pregunta ¿cómo puedo mejorar mi salud? Aparece una respuesta obvia, mil veces repetida: comiendo mejor. Y yo repito: “comiendo mejor, mejorando lo que sentís, mejorando lo que pensás, o sea, mejorando aquello que te alimenta en todos los cuerpos”.
Leo una mente: - no tengo tiempo de cocinar, trabajo todo el día ¿cómo podría comer mejor?
Leo otra mente: - ya se que estoy creando lo que me pasa. Es mi culpa.
Habito un momento la encrucijada. Entre el desconocimiento y la culpa. Estos caminos no me sirven. No me sirve la dirección de mi respuesta obvia: “comiendo mejor”.
Necesito encontrar una forma de subir nuestra vitalidad directamente, no vamos a cambiar a través de la culpa, simplemente porque esa emoción no tiene suficiente fuerza para mejorar las cosas. Todo lo contrario. Tiene la fuerza de empeorarlas.
-  ¿Entonces?
Me invaden las respuestas rápidas, del tipo “abandoná tu vida”, pero lo mas probable es que no tengas suficiente energía para eso. En la calle deambulando no sería mejorar. Quizás podrías llegar mas lejos. Si el miedo no te nubla el camino. Pero tampoco me sirve la dirección de esta respuesta.
Pienso en las dos fuerzas involutivas mas grandes: el miedo y la culpa.
¿Y las evolutivas?
¿El amor? Estee… digamos que el concepto se lleno de miedo y culpa. Y la famosa “paz” también.
¿Cuál sería la Alquimia que separa el miedo y la culpa del amor y la paz?
¿Cuál sería la Alquimia que diluye las fuerzas del miedo y la culpa?
Me atrevo primero con la segunda pregunta: para diluir el miedo y la culpa hay que hacer crecer las fuerzas del amor y la paz. Y saber qué significan.
Me viene la palabra “confianza”, pero dudo de las respuestas obvias. No me dicen mucho. Prefiero pensar hasta sentir, así, como método de análisis.
Se me viene esto: la alquimia para separar el miedo y la culpa del amor y la paz es “separando”, simplemente no dejarlos unidos, es importante para poder separar, distinguir una cosa de otra. El solo proceso de distinción es el principio de la separación.
Una vez que tengamos amor sin culpa, amor sin miedo, paz sin culpa, bueno, tal vez podamos empezar a hablar de ¿amor?
- ¿Amor como una forma de mejorar mi salud? Disculpá, pero yo te había preguntado eso…
- Sí, “amar” sería incluir, sería aceptar como parte de mi, como parte del mundo a todo lo que hay.
Sería decir: esta bien, esto es así, esta desordenado, lo puedo ordenar, me gusta el desorden, esta bien, ahora voy a ordenar, me gusta el orden también.
- ¿Sería como decir “me gusta estar enfermo”, esta bien, ahora me puedo curar?
-  Si, sería eso.
- No entiendo.
- El tema es que no existe estar enfermo. El estado de cosas tiene que ver con la mejor respuesta que encontró tu cuerpo dadas las circunstancias. El hizo lo mejor que pudo para adaptarse a los cambios totales. Lo mismo tu mente y tu corazón. Siempre optamos por la “respuesta más evolutiva”, crecer en el sentido de adaptarse, adaptarse en el sentido de crecer. Es una ley. Hasta la muerte física es una respuesta. La vida incluye el proceso físico de la muerte.
- ¿Me estas diciendo que tal vez lo mejor que puedo hacer para mejorar mi salud es morirme?
- Si, podría ser. Lo que propongo es que incluyamos la muerte como parte. La muerte no sólo como final de la vida física, sino como final de un ciclo... muchas veces nos resistimos ante cualquier final, lo hacemos más dramático de lo que es: parte de un ciclo mayor... muchas veces perdemos la visión ante la “muerte” de algo. Cuando entendemos que cualquier respuesta del cuerpo físico es la mejor opción de acuerdo a las circunstancias dadas, cuando comprendemos que no existe ninguna respuesta errónea en el orden biológico... empezamos a sentir una especie de admiración, de ternura, por este cuerpo…
- Eso me suena a Amor.
- Si, a mi también, debe ser eso.
                                                                                                          Mar del Plata, febrero 2015